viernes, 16 de enero de 2009

EDITORIAL: "SUBCONTRATACIÓN DE FUTBOLISTAS"


EDITORIAL: "SUBCONTRATACIÓN DE FUTBOLISTAS"
16.01.2009 17.26
En este mundo globalizado, ocurren las cuestiones más insospechadas en aras de la eficiencia. Los grandes fabricantes proyectan, diseñan, administran en una gran capital y la producción se hace a miles de kilómetros por personal que se va especializando poco a poco, que hacen tareas muy concretas a partir de modelos y patronajes ideados en otros lugares. Pero lo fundamental es que trabajen mucho y “cobren poco” para que los márgenes aumenten sistemáticamente. Las empresas comenzaron la externalización de servicios hace mucho tiempo subcontratando la seguridad, la limpieza, los servicios de mantenimiento, incluso la medicina de empresa. Cuestión muy reciente que han empezado a practicar los equipos de fútbol también. Y todos los días aparecen noticias como ésta que fue publicada en setiembre 2008: “Dell planea vender sus fábricas en todo el mundo y subcontrataría su producción con el fin de reducir costes y mejorar su rentabilidad”.

Trasladada esa política a un equipo de fútbol, nos preguntaríamos si sería posible que los clubes se dedicaran exclusivamente al producto final, es decir, al espectáculo del fútbol y subcontrataran los futbolistas a una empresa propietaria de los mismos. Los ingresos de marketing, televisión, entradas, abonos, camisetas, etc., serían para el club mientras que las inversiones en futbolistas desaparecerían, los costos se reducirían a un alquiler temporal de futbolistas a una serie de empresas especializadas. Igual que se contrata a las empresas de trabajo temporal para una campaña concreta, para unas vacaciones, para una enfermedad, etc.,; sin vinculación laboral, los equipos podrían apostar por un equipo muy ofensivo para un mes concreto donde el calendario lo requiera, para el siguiente podríamos dar de baja a los delanteros y contratar a esforzados centrocampistas y defensas rocosos, de la raza que quisiéramos, al tener un abanico amplio para elegir. Hasta podríamos confeccionar equipos variados y distintos con periodicidad semanal o hasta para un partido en concreto…

Ese consumo masivo de futbolistas sería el ideal de directivos, aficionados y medios de comunicación. Definitivamente la mentira sostenida de trabajar con la cantera desaparecería, también los ingresos que da la federación por el desarrollo del fútbol base lo recibirían las empresas propietarias de futbolistas y no los clubes. Los departamentos de marketing podrían sorprender con sus reclamos publicitarios: ¡Esta semana, la alineación más ofensiva jamás presentada…! ¡Vean y comprueben! ¡Sólo por 40 euros la Tribuna…! No se necesitaría tener un modelo de club, ni una marca distintiva del juego, ni un sello característico que le dan los jugadores que crecieron en el club e impusieron su liderazgo. Todas las semanas se podría cambiar de hombres y de ideario. De hecho, tanto la dirección deportiva como el entrenador podrían refundirse en un solo mando porque bastaría con saber seleccionar a los mejores. Incluso, estirando aún más la cuerda, hasta los entrenadores podrían subcontratarse varios en la temporada a gusto del consumidor.

El flujo de liquidez se maximizaría ya que los de producción de partidos harían maravillas con las televisiones, las ventas de entradas y de artículos de marketing del club, los aficionados verían todos los días caras nuevas, el ensamblaje entre jugadores desconocidos no tiene mayor importancia. Ya no contaría la calidad del fútbol, ni el amor al club, ni la defensa de una camiseta. Eso ya no es moderno. Las deudas de los clubes desaparecerían al no tener que fichar una plantilla completa todos los años. Al ser los futbolistas de alquiler, por un periodo limitado, la cuenta de pérdidas y ganancias se equilibraría. El partido de fútbol es el producto final y eso es lo que se comprará. Por comparación, imagínense a la selección española actual, los clubes son los propietarios de los jugadores y la federación la que subcontrata, no pagando ni siquiera por los lesionados de larga duración. Las federaciones actualmente no tienen gasto ninguno y el dinero de las inversiones son de los clubes; por lo tanto, este moderno “derecho de pernada” debería desaparecer porque la federación sólo tiene ingresos que apenas reparte.

Cuando me imaginaba estas irrealidades, leí en la web de El Economista, el 7 de noviembre pasado, que un Banco de los Emiratos Árabes Unidos han creado un fondo para comprar jugadores de fútbol. El nuevo fondo buscará obtener ingresos vendiendo jugadores y otros beneficios económicos, como los derechos de imagen, a equipos profesionales de fútbol. Jamal bin Ghalaita, director general de gestión decía: “El modelo de negocios es realista y asume que dos tercios de los jugadores no llegarán a ser profesionales”. Incluso, también añadía: “El éxito financiero del fondo no dependerá de encontrar al próximo David Beckham, sino de producir un flujo estable de jugadores de fútbol competentes y profesionales”. El fondo en cuestión ahora mismo no se sabe con cuánto dinero contará pero si se publicaba que pretendía obtener un rendimiento anual de no menos del 10% de la inversión.

¿Acabarán practicándose estas técnicas indeseadas al servicio de un deporte que puede perder el ensueño, los viejos sentimientos de pertenencia en un sentido amplio?

MAROGAR (Enero 2009)

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