La Unión Deportiva Las Palmas es, desde el 30 de junio de 1992, una Sociedad Anónima Deportiva (SAD). Con su correspondiente capital social y, en su caso concreto, con un accionista que domina la compañía: Miguel Ángel Ramírez. Él abanderó el proceso concursal, él convirtió los casi 72 milones de pasivo que arrastraban al club a la desaparición en poco más de 20 millones de deuda, él garantizó la continuidad de la entidad, él eligió a sus asesores y, junto a ellos, él toma las decisiones que considera más oportunas en la parcela deportiva. Y lo hace sin oposición. Sin que nadie plantee una alternativa para regir la sociedad. Sin que ni siquiera se discutan sus cuentas anuales en las juntas de accionistas.
Ante esta perspectiva, 16 años después de la desaparición del concepto de club deportivo ligado al nombre de la UD Las Palmas, igual ya toca abandonar un discurso fundido con la demagogia. Un mensaje populista cuya bandera, en la última ampliación de capital de la Sociedad Anónima Deportiva, nadie enarboló. Porque, por mucho que digan, este club ya no es de todos. No es de la sociedad grancanaria, ni de sus doce mil abonados, ni de los que, cada 15 días, acuden al Estadio de Gran Canaria para ver jugar al equipo amarillo.
El mando en plaza lo ostenta Miguel Ángel Ramírez. Y la UD Las Palmas, por acción de uno solo o por omisión de muchos, tiene lo que se merece. Y que cada cual valore lo que tiene ahora mismo la entidad. Sólo añado un par de datos: el club ha encarrilado su situación económica y en lo deportivo, con demasiados borrones, se han ido cumpliendo los plazos marcados para regresar a Primera división.
Del disparate que este miércoles sacudió a la UD Las Palmas, que arrancó con un plante de los futbolistas por no querer trabajar más a las órdenes de Juan Manuel Rodríguez y que acabó con al destitución del entrenador grancanario y con el nombramiento de Javier Vidales como su sustituto, Miguel Ángel Ramírez carga sólo con la responsabilidad de no haber neutralizado, tal vez por excesiva prudencia, el motín de la plantilla.
Problemas en el vestuario
Sobre todo porque, desde hace varias semanas, las señales que trascendían desde el vestuario de la UD Las Palmas apuntaban a una situación insostenible entre el entrenador y buena parte de la plantilla.
Se manifestaron malas formas, tantas que acabaron con un futbolista destacado en la victoria sobre la SD Eibar en Ipurua desolado en el vestuario por el simple hecho de recibir parabienes de sus compañeros. Surgieron dudas sobre la profesionalidad de algunos futbolistas de baja. Brotaron diferencias de criterio, expuestas a la perfección en un entrenamiento por un defensa con la posesión del esférico y preguntando qué hacer con la pelota. Y aparecieron opiniones encontradas, entre técnicos, por cómo neutralizar al Celta.
Todos estos problemas, todos estos obstáculos, que florecieron por algo tan simple en el fútbol como los malos resultados, son los que han provocado la destitución de Juan Manuel Rodríguez. No busquen más allá. No señalen ni a Miguel Ángel Ramírez, ni a Juanito, ni a Vidales ni al núcleo duro del vestuario. No hay más.
Y la única receta para salir de esta depresión son las victorias. El sábado hay partido. Llega el Celta de Trashorras. Y es el momento de estar con el equipo, con el club. ¿O vamos a mirar para otro lado y dejarle el marrón a otro? En ese caso, luego que nadie se queje.
-PD: Juan Manuel Rodríguez ha realizado un trabajo excelente en la UD Las Palmas. Su intervención, la pasada temporada, fue descomunal. Y eso no tiene precio. La historia le recompensará por haber salvado al equipo del descenso. Pronto tendrá una nueva oportunidad para demostrar lo buen entrenador que es.
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