lunes, 8 de diciembre de 2008

EDITORIAL: "EL PRECIO DE LA LUNA"

EDITORIAL: "EL PRECIO DE LA LUNA"
06.12.2008 23.55 de MAROGAR
Está a punto de abrirse el mercado futbolístico de invierno. Las plantillas empezarán a ajustarse, la mayoría de los equipos ven carencias en sus filas y también observan que tienen que hacer huecos con jugadores a los que tendrán que echar. Tan solo han pasado cuatro meses de competición y las planificaciones del verano ya no sirven. Precisamente se empieza a acosar a ciertos jugadores para que se busquen otros equipos, se van acumulando los maltratos psicológicos, la violencia gota a gota o la sofisticada tortura china del desprecio más o menos encubierto. Es la época en que la enfermedad del siglo XXI rebrota. Se trata del “mobbing”.

Éste se podría traducir como “acoso moral” en el trabajo. Y, lógicamente, el fútbol no se puede escapar a dicha moda sobre todo en un momento donde se deshincha el globo del dinero de las televisiones y los presupuestos se ajustan a la baja de una manera dramática. Dicho acoso, ese maltrato psicológico para que abandonen el equipo y se movilicen a otros destinos, en el mundo laboral ordinario tienen más defensas si es que trasciende y las organizaciones sindicales apoyan a los trabajadores. Precisamente estos, cuando se convierten en hinchas de un club, admiten de manera natural esas prácticas de los equipos de fútbol, las alientan y acaban compartiéndolas.

Porque los espectadores, ya lo hemos constatado, son consumidores masivos de nuevos fichajes. Y en todo momento quieren cambios en las alineaciones incluso la renovación permanente de las plantillas, necesitan siempre caras nuevas. No sé si en el fútbol debieran aparecer otros momentos estelares de la humanidad, donde el débil mantuvo a raya al fuerte… Pero, que conste, los contratos altos han sido siempre responsabilidad de los Presidentes. Y espero que dichas técnicas de maltrato social se vuelvan en contra de sus verdugos; ya que no solo es el alto coste económico y social, sino la penosa inseguridad que genera en las plantillas. Los jugadores debieran pensar que hoy le toca a un compañero pero mañana pueden ser ellos mismos los acosados.

Los clubes no pueden deshumanizarse de esa manera porque los débiles también piensan y a veces muy mal cuando ven el trasiego de fichar y traspasar de los secretarios técnicos o directores deportivos. En el libro “La suela de mis zapatos”, del director de cine Gonzalo Suárez, plasma un párrafo aleccionador cuando se dedicaba a la crítica deportiva bajo el pseudónimo de Martin Girard: <… Me da un recorte de un periódico argentino del 61. Veo una fotografía de Silveira y leo: “El Independiente necesita plata. Ofrecen al jugador por el equivalente a 3 millones de pesetas… Hace un año pedían tres y ahora el Barcelona lo ha fichado por ¡doce! Alguien propone contar el viejo chiste de los astronautas, donde tres hombres se ofrecen para ir a la Luna. Al que pide tres millones se le pregunta: ¡Como se atreve a pedir tres millones de dólares…!. El avispado astronauta se explicó con suma claridad: “El primer millón es para usted. El segundo millón, para mí. Y el tercero se lo damos al primer astronauta que solamente pedía uno, ¡y lo enviamos a la Luna! El trato se cerró de inmediato.”>

¿En qué se parece un astronauta a un futbolista? ¿Es intemporal esta manera de actuar asociado al mundo del fútbol? ¿Cuántos casos Silveira se producen a lo largo de una temporada futbolística? ¿Ni las Sociedades Anónimas Deportivas han resuelto estos devaneos comisionistas?... Muchas preguntas, pocas respuestas… Una historia de los años sesenta guarda toda la actualidad del momento. Como tantas otras evidencias, son como el viento ya que sabes que está ahí pero nunca lo ves.

MAROGAR

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