El despertar atlético estimula la Liga
- El Barça desperdicia sus dos ventajas (2-0 y 2-3) en el marcador
- Espectacular partido de la pareja Forlán y Agüero, autores de los cuatro goles
- Los de Guardiola, con tan sólo 4 puntos de ventaja sobre el Real Madrid
MADRID.- Suena el despertador. Se levanta el Real Madrid, se despabila el Atlético. El Barcelona permanece dormido sobre un colchón cada vez más estrecho. Su crisis, una hemorragia de ocho puntos en tres jornadas, alimenta al enemigo blanco y nutre a sus fantasmas. Tras la mejor serie conocida en la Liga, a los azulgrana se les agolpan los miedos.
En el Calderón volvieron a sentirse las emociones extraordinarias de esa liturgia desbocada que acompaña los Atlético-Barcelona. Los fracasos rojiblancos en anteriores jornadas (derrotas en los dos últimos enfrentamientos ligueros del Manzanares, un deprimente empate en la Champions) no echaron atrás a una afición que llenó el aforo. Tampoco habían vaciado el depósito de vergüenza de los futbolistas rojiblancos. Las marejadas internas con el Kun Agüero incrementaron la participación y el apetito del delantero. El portentoso físico de Forlán se combinó con la técnica para completar una tarde de magia y goles.
El Barcelona vino apretado por la victoria del Madrid el sábado, por su derrota anterior ante el colista Espanyol y por las dudas que genera en estos momentos un juego que no es esa avalancha de imaginación y ciencia que desbordó durante la primera mitad de la temporada. Aún con todo, intentó marcar el rumbo del partido y aunque fracasó en líneas generales en el aspecto colectivo, acertó a ponerse con un franco 0-2 que auguraba otro duelo en los graderíos rojiblancos.
Forlán inicia el camino de la remontada
El primer gol de Henry y el siguiente de Messi contradijeron la lógica del trámite, más acorde con un empate o incluso con una ajustada ventaja del Atlético, al que le hurtaron por indebida señalización de un fuera de juego el gol de Heitinga a los tres minutos de partido. Nada más recibir el mazazo del gol de Messi -marca de la casa-, Forlán ponía la primera piedra de la remontada que esclarece la calidad de su golpeo de zurda tanto como agudiza la polémica que se cierne sobre Valdés, al que pilló desprevenido.
Abel, que pintó un planteamiento aparentemente idéntico al del horroroso partido contra el Oporto, dio un paso al frente con sus jugadores. La tensión defensiva que aportaron en las bandas Maxi y Simao dio otro aire al grupo. El Atlético no dejó de mostrar sus miedos en la zona defensiva, pero fue muy correcto en la presión en campo contrario y ahí encontró una cohesión que había desparecido hasta el punto de no recordar si alguna vez la tuvo. Gracias a eso, Xavi apenas tuvo oportunidades de acariciar la pelota y los delanteros del Atlético estuvieron en cambio permanentemente conectados a ella.
El Barcelona, con las bandas cortadas, encontró sus mejores momentos a la contra, la disciplina que mejor domina el Atlético. Así, el partido se convirtió en un intercambio de afecciones cardiacas. En cada amenaza de los de Guardiola nacía la venganza de los de Abel.
Así empezaron a sumarse sobresaltos, grandes paradas y enormes pifias ante porterías destapadas. Agüero empató segundos después de un fallo clamoroso de Eto'o, Henry volvió a crear desesperación en el alma rojiblanca al remachar el pase de la muerte que le cedió Gudjhonsen. Pero poco tardó Forlán en cobrarse con una ejecución decidida el penalti cometido claramente por Henry sobre Sinama, relevo de Maxi en el segundo tiempo. El francés terminó lesionado.
El 3-3 encendió aún más el trance futbolístico de una tarde memorable. La ruleta entre el acierto y el desconsuelo giró definitivamente contra el Barcelona. Eto'o enrevesó una jugada que con una sencilla aplicación habría alumbrado el 3-4 y pocos segundos después volvía a emerger con todo su peso el yerno de Diego Maradona. Kun progresó en pared con Maniche y cruzó de primeras ante la salida desquiciada de Valdés.
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