¿Qué pasa con el Vecindario?
Los días van pasando, se acerca el inicio de las diferentes competiciones y se suceden las presentaciones de los equipos, las pretemporadas van alcanzando su punto álgido y, de momento, se hecha en falta de todas estas actividades a uno de nuestros equipos, la UD Vecindario, que hace dos temporadas alcanzó la gloria con su ascenso a la Segunda División A y, lo que son las cosas, en estos momentos se está moviendo en un peligroso alambre que amenaza con mandarlo al vacío en cualquier momento. Esta situación tiene fecha de caducidad y es el 31 de julio, para el que apenas quedan un par de días, y la solución no se prevé fácil ni mucho menos.
Es más, objetivamente, en estos momentos las posibilidades son tan pocas de solventar las deudas más perentorias que, si no se produjera un nuevo gesto por parte de los futbolistas -y llevan ya unos cuantos- en el aplazamiento del cobro de sus deudas, las posibilidades de su descenso administrativo, y quien sabe si algo más, están ahí. Nos consta que los dirigentes están haciendo lo imposible por cumplir con lo pactado, pero la situación se les ha ido de la mano porque, entre otras cosas, todas aquellas promesas en épocas de las vacas gordas se han ido diluyendo y ahora se aplica aquello de la crisis, las cosas están mal, etc., etc.
Lejos estaban Manolo Suárez y los suyos de pensar la que se le venía encima con el inesperado ascenso a la Segunda División A marcando un hito difícilmente igualable para un equipo de su condición. Aquella indescriptible alegría ha salido demasiado cara a una entidad que, hasta ese momento, se movía en unos números razonables que servían para finalizar las temporadas sin deudas y encima siempre coqueteando con la parte alta de la clasificación.
La categoría de plata, la Segunda A, queda demostrado que necesita algo más que entusiasmo y buenas intenciones. Requiere una profesionalización a todos los niveles que, como otros muchos equipos, no tenía el Vecindario. Si a esto se une, casi como no podía ser de otra manera, un paso efímero por la misma, las consecuencias son nefastas en el apartado económico porque, además, teniendo en cuenta las condiciones especiales de los habitantes de la zona -foraneo en elevado porcentaje foráneo- no existe un arraigo para tener una base económica siquiera medianamente sólida más allá de la ayuda de amigos empresarios o del apoyo político puntual en los momentos de la euforia.
Si a esto unimos que en la vuelta a la Segunda B las cosas no fueron como se esperaba, acabó lloviendo sobre mojado y la situación es la que es. A las deudas ya acumuladas se le unen otras y esto ha hecho que las cifras en rojo en el equipo blanquinegro estén en torno a los trescientos mil euros. No es esta una cantidad que sea fácil de buscar en los tiempos actuales y en ello están Suárez y los suyos que no encuentran, de momento, la solución. Los días pasan y el peligro acecha con su guadaña preparada.
El paso del tiempo sin soluciones y las vicisitudes vividas en el club a lo largo de la temporada con muchos incumplimientos en contra de lo que era habitual han sembrado tantas dudas que la desconfianza ha crecido de manera brutal. Hasta hace poco bastaba con la palabra de Manolo Suárez, ahora no. La gran cantidad de denuncias así lo certifican.
De momento, sólo quedan entre los jugadores los más fieles al presidente y no sería de extrañar que en las próximas horas hombres que son santo y seña de los blanquinegros tiren la toalla y cambien de equipo. Tiempo al tiempo.
La verdad es que sería una pena que todo esto no llegara a buen puerto. No se lo merecen, por lo que han hecho, ni Manolo Suárez, ni sus compañeros de junta, ni el propio Vecindario, desde luego. Sería un triste epílogo para un equipo que con la modestia y la humildad por bandera consiguió un logro que para la historia quedará. Mientras hay vida, dicen, hay esperanza; en este caso también hace falta dinero o acuerdos para solventar esta situación. El día 1 de agosto, a la una de la madrugada -por aquello de la hora menos en Canarias- se sabrá lo que hay definitivamente. Suerte para Suárez y los suyos.
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