lunes, 27 de febrero de 2012

De gatos y canarios



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De gatos y canarios

El Córdoba regresa a los puestos de privilegio tras imponerse a Las Palmas con un sufrimiento innecesario provocado por su falta de instinto asesino y a la horripilante noche de Lesma López


1 - Córdoba CF: Alberto García; Fernández, Gaspar, David Prieto, Fuentes; Borja
García, López Garai (Alberto Aguilar, m.76), Hervás, Caballero, López Silva
(Fede Vico, m.59); Airam (Patiño, m.64).
     0 - UD Las Palmas: Barbosa;
Javi Castellano, Juanpe (Portillo, m.77), Laguardia, Ruymán; Vitolo, David
González (Momo, m.78), Dani Castellano (David García, m.54), Jonathan Viera;
Quiroga y Javi Guerrero.
     Gol: 1-0, M.73: Patiño.
     Árbitro: Lesma
López (Comité Madrileño). Expulsó con roja directa, por agresión en el minuto
92, al visitante Jonathan Viera. Amonestó con amarilla a los cordobesistas
Airam, Fernández, Fuentes, López Silva, Javi Hervás y Borja García, y a los
grancanarios Javi Castellano y Javi Guerrero.
     Incidencias: Partido de la
vigésimo sexta jornada de Segunda A, disputado en El Arcángel ante 8.097
espectadores. Terreno de juego en irregulares condiciones.
LA CRÓNICA
Veinte maullidos y un zarpazo. Este Córdoba que se mueve con agilidad felina a lo largo de toda la temporada dentro del terreno de juego (salvo excepciones sorianas) continúa sin pasar de ser un animal gatuno, con tantas vidas como un minino para encaramarse de nuevo a los puestos que dan acceso a la lucha por la Primera División y con las mismas ganas de juguetear con el enemigo, dejándole vivo sin merecerlo: esa falta de instinto asesino que ya le ha dado más de un quebradero de cabeza a lo largo del campeonato y que a punto estuvo anoche de costarle un disgusto. La dentellada perruna a cargo de Lesma López o el picotazo del canario isleño al intervenir prodigiosamente Alberto García actuó como revulsivo. El micifuz dejó de ronronear y juguetear, revolviéndose y agrediendo por medio de Patiño, que tras una gran acción de Fede Vico, dejó las cosas en su sitio. O no. Porque el Córdoba debió resolver el partido muchísimo antes. Con media hora de antelación o más.
Jémez intenta dar solución a esa falta de pegada y de ahí la titularidad de Airam que, sin estar aún a tope casi un mes después de su llegada, saltó en el once inicial para demostrar que si finalmente da el nivel físico exigido por su técnico y (no lo olvidemos) por el equipo, debe ser más que importante en un futuro no demasiado lejano. Pero mientras tanto, aún debe complementar esos interesantes movimientos dentro del área con un trabajo del que se beneficie el grupo. Y para ello necesita estar, por ejemplo, al nivel que marcha Javier Patiño. El madrileño saltó al terreno de juego, se pegó con todo el que se le cruzó, tuvo tres ocasiones clarísimas y metió la que posiblemente era la más complicada de transformar.
A ese estado se llegó después de una primera mitad en la que el Córdoba salió enchufadísimo, con ganas, como deseando redimirse de lo ocurrido en el frío castellano nueve días antes, ante un enemigo del que se presuponía su belleza, con gente de una calidad tremenda: Jonathan Viera, Vitolo, David González, Javi Guerrero... La UD Las Palmas se quedó en un grupo timorato, como si las posibilidades que tiene solo generaran desconfianza que, por otra parte, podría partir desde la banda. Un canario buscando el último rincón de la jaula en la que se ha metido y no se atreve ni a piar, pudiendo producir notas con mucha musicalidad. Ver a Viera marcharse a vestuarios expulsado por una patada, fruto de la desesperación, produce pena.

AIRAM, DE 'MARIA' Así que el gato blanquiverde se dedicó a jugar con el canario. Pero no pasó de ahí. Llegadas innumerables en esa primera mitad a cargo de un irregular López Silva, que se topó con el portero en dos ocasiones; de Fuentes, de Airam (con oportunidad típica de delantero centro puro) y de Borja García, que se encontró con el larguero de la meta defendida por Barbosa, que posiblemente hizo su mejor encuentro de Liga, lo cual habla mal de la efectividad cordobesista. El descanso llegó con esa mala sensación de que el encuentro debía estar resuelto y ni tan siquiera se ganaba por la mínima. Por contra, Las Palmas llegó con la idea de madurar el partido y lo estaba consiguiendo, aunque fuera de chiripa. La segunda mitad comenzó con parecido guión al del primer acto, pero los locales no atinaban con la portería amarilla ni por medio de la estrategia, mientras el canario intentaba abrir las alas.
La primera mitad de los cordobesistas sirvió para volver a ver al equipo de todo el campeonato: juego, intensidad, ocasiones... Pero también la misma preocupante falta de gol
Un mal arbitraje provocó, entre otras desgracias, no poder contar para Jerez con Fuentes ni con Caballero; Lesma López a punto estuvo de hacer un descosido mayor a los de Jémez
Pero lo hizo con cierta torpeza, como si no estuviera acostumbrado a volar. Aún menos a emitir gorgoritos. El Córdoba tuvo una fase de hastío, de resuello esperando al último tercio de encuentro para recuperar el aliento. Las Palmas no generaba peligro, pero sí que tenía algo el balón.

LOS MALES DE LESMA Y el peligro lo puso el colegiado. Lesma López se tragó un claro penalti de Fuentes y decretó otro que no lo era. El amago de picotazo tras el leve aleteo canario estuvo a cargo de Vitolo, pero Alberto García, como casi siempre, anduvo felino. Y ese intento de agresión espoleó a los blanquiverdes, que subidos en la tabla del surfista Fede Vico volvieron a la carga. El canterano ha crecido y el mérito de ese progreso hay que anotárselo a Jémez, que lo ha tapado, cuidado, mimado durante el primer tercio de campeonato y va dándole progresivamente más minutos y tiempo de calidad. Suyo fue el servicio a Patiño para que el madrileño anotase el gol del triunfo, el zarpazo definitivo después de tanto perdonar la vida a un canario de porcelana durante una hora y que logró sobrevivir milagrosamente.
La justísima victoria (tanto por merecimiento como por la estrechez del marcador), sirve a los locales para regresar a los puestos de privilegio justo cuando se va a entrar en el último tercio de campeonato, el determinante. En el haber sigue estando esa fe, esa intensidad y ese juego que ha caracterizado a los blanquiverdes durante casi toda la temporada. En el debe, la pertinaz falta de remate, de gol, ese desequilibrio entre lo generado y lo realizado. Bueno será crecer en esa faceta, dejar los juegos gatunos y sus siete vidas para transformarse en lince o mejor, en tigre: oportunidad y zarpazo. Porque el Córdoba luchará por los grandes objetivos entre una jauría canina. Ahí no hay pajaritos. O muerdes o te muerden.

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