Post Partido SD Ponferradina vs UDLP
Todos hemos asumido que el nivel de juego exhibido por los de Lobera en aquel partido inaugural en Santander fue un "shakesperiano"
sueño de verano, y que aquel nivel de creación y fútbol asociativo de
altos quilates no son, de momento, para esta plantilla. Olvidándonos de
la idea original nos habíamos acostumbrado a la versión evolucionada,
nos aferrábamos a lo visto ante el Girona: un equipo de vértigo que
galopaba al gol, que trasladaba la redonda de área a área, box to box como dicen los británicos, con rapidez inusitada aferrándose en estiletes por la banda y la calidad de los delanteros.
Poco
tiempo ha pasado desde el 5-2 al Girona y parece una eternidad. Aquel
fútbol veloz se evaporó para dar paso a una UD más grís, opaca, pesada
de digerir, jornalera, pero altamente efectiva y con un rasgo que jamás
cambia: ciento por ciento comprometida. Porque, incluso en los peores
días como ayer, donde no se lograr elaborar un fútbol potable, la cuota
de trabajo, compromiso y sacrificio de esta plantilla sigue siendo la
misma: alta, altísima. Y sólo así se logra empatar al Villarreal, ganar
en Almería, aguantar los embistes del Barça B, Castilla o Sabadell. De
los arranques de casta, de coraje de esa mezcla de rabia y fe, emana el
gol de Thievy. Un grito al cielo en una semana harto complicada para la
entidad por el "Caso Guadalajara".
Lo malo es cuando, como
en los minutos finales del Girona, el equipo se laxa, pierde tensión
competitiva y se acomoda. Es entonces cuando toda la credibilidad,
justamente ganada, cae por la borda como la semana pasada en el Gran
Canaria. Y ahora, tras la victoria de ayer en Ponferrada, se es más
consciente de lo grosera y gravosa que fue la derrota ante el "Guada".
Sin ella , si hubiese ganado, la UD Las Palmas hubiese dormido en
puestos de ascenso directo: palabras mayores.
La euforia de la
victoria, del gol postrero, superlativa muchas cosas, pero es de
justicia reconocer que no estamos en nuestro mejor momento, que la
maquinaria anda a marchas forzadas, que el caudal fútbolístico mengua y
que toca beber de otros afluentes. No abogamos por cambios caprichosos
ni jugadores ni de sistemas. Aunque hay casos tan evidentes que, hasta
al propio Lobera, duele reconocer. No queremos culpabilizar, ni centrar
el debate en nadie en particular para es tan destacada la baja forma de
un Momo que no desborda, que no se asocia correctamente, que no asiste
ni golea, a pesar de que aprieta, trabaja y defiende. Su cambio en el
descanso es un mensaje claro de Lobera, un cambio con 45 minutos de
retraso.
Estando en la recta
final hay que administrar correctamente los esfuerzos y los recursos que
se dispone. Somos afines al #Loberismo, los números y la estadísticas
respaldan al técnico amarillo, valoramos su trabajo, agradecemos su
estilo y su discurso, aunque hay ocasiones que añoramos otras variantes
tácticas. Se confía mucho en las aptitudes de este equipo o, por el
contrario, se podría decir que se infravalora algunas que rumian
su oportunidad en el banquillo. Hay veces que el equipo se vuelve
previsible porque, a pesar de que algunos los han querido ningunear,
Lobera ha dotado al equipo de una señas de identidad claras, ha marcado
un estilo reconocible y efectivo, pero no infalible. Y hay ocasiones que
toca realizar pequeñas revoluciones programadas, ensayadas y
entrenadas, buscar el fáctor sorpresa, derribar los esquemas del
contrario, inutilizar los planteamientos del rival. A través del juego,
de la versatilidad, dentro de nuestra limitaciones somos capaces, sin
mermar la cultura de esfuerzo y compromiso adquiridos, seguir creciendo
para continuar ganando.
La próxima semana ante
el Hércules tendremos otro calco del encuentro ante el Guadalajara: un
equipo que se bate entre la vida y la muerte. Al frente un viejo
conocido como Portillo, con el olfato de gol recuperado, ansiará
reclamar lo que en el Gran Canaria se le negó. El Hércules cerrará
espacios, esperarán nuestros errores, apurarán las segundas jugadas, una
historia que nos suena muy familiar. Será otra jornada de previsible
fiesta en el Estadio de Gran Canaria, otro día del Abonado con el que se
espera poblar las gradas de unos aficionados con sed de victoria tras
la derrota de la semana pasada, una afición a la que los jugadores
inesperadamente les debe una victoria tras todo lo que han otorgado esta
temporada. Cosas del fútbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario