Pasarán más de mil años, muchos más. Y allí seguirán Alcalá y Universidad de Las Palmas intentando hacer gol. Fue un partido raro. Estancado durante muchos minutos y eléctrico en otros momentos. Ni rojillos ni canarios acertaron con la meta rival y el ‘gol-uy’ fue el himno que más se entonó en la grada. Suspiro y respiro unidos en El Val.
Hay partidos de difícil digestión, aburridos, en los que se intuye que poco o nada va a suceder. Ese era el guión que llevaba ayer el duelo entre el Alcalá y el Universidad pero, a los actores principales de ambos conjuntos, les dio por la improvisación y casi le dan un disgusto al director. Casi 80 minutos de fútbol plano, táctico y sin ocasiones claras y una recta final digna de un filme de Martin Scorsese.
Dominó de inicio el Alcalá, que apenas se sintió amedrentado por un flojo Universidad de Las Palmas que no demostró ser el tercer clasificado del grupo. La banda derecha era el camino que más usaban los rojillos para colarse en la casa del rival, con un Joaqui muy enchufado que se encontró con un lateral menudo y que apenas le opuso resistencia como Iván Casquero.
En la primera parte el peligro se puede poner entre comillas. Apenas se produjeron un par de acercamientos que no se concretaron por incomparecencia del delantero o por falta de energía en el remate. Los canarios sólo se acercaron al área de Juancho a balón parado gracias al guante que tiene su hombre más desequilibrante, Ángel Sánchez. Se llegó al descanso como si el partido no hubiera comenzado.
Tras el paso por vestuarios la película seguía por los mismos derroteros: poco fútbol sobre el césped y bostezos en las gradas, pero las primeras ocasiones animaron, aunque tarde, el choque.
Quiso pegar primero el Universidad en una jugada que llevó por banda Feito. El mediocentro logró centrar, pese a la oposición de Juani, sobre Aridane quien estiró su pierna derecha para golpear el balón pero no acertó entre los tres palos de Juancho.
La pólvora estaba mojada también en el bando local que se estiró más con la entrada de Mateo y, sobre todo, cuando saltó al campo Jacobo Ynclán. El genial ‘10’ del Alcalá asumió ayer un papel secundario saliendo desde el banquillo pero rápidamente se puso el traje de protagonista. En el primer balón que tocó, se lanzó al ataque con decisión y disparó desde lejos obligando al meta Vargas a estirarse para enviar a córner.
El partido se rompía por momentos y se convirtió en un correcalles con contínuas idas y venidas. Sería el Universidad el que rozaría el esperpento en una de estas llegadas en una jugada tormentosa. El central Juanfran se incorporó a una acción de ataque, cedió el pase atrás dentro del área pequeña para Soto que tenía todo a su favor para marcar el primero, pero se topó con la espalda de su compañero Aridane que sacó el disparo bajo palos. Alivio local y desesperación visitante en una jugada con banda sonora de Beny Hill.
La réplica al infortunio la pondría después el Alcalá. En dos llegadas a la contra sería Jacobo el que rozaría el premio Goya del partido pero al final se quedó sin estatuilla.
El mediocentro recibió primero un pase de Miguel Ramos dentro del área que no acertó a rematar tras fallar en el control. Poco después, el propio Jacobo se encontró con una acción calcada. Solo, dentro del área, y con tiempo para resolver, esta vez sí consiguió conectar con el balón pero su disparo lo desvió un defensa antes de coger portería. Fue el colmo de los colmos en un partido de despropositos.
No hubo gangsters ni El Val se convirtió en la isla siniestra de ‘Shutter Island’ pero el partido pudo acabar de cualquier forma. Acabó, en empate, para agrado de unos y agravio de otros. | 
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