lunes, 7 de marzo de 2011

Un equipo sin alma


Santiago Gil

Un equipo sin alma es un equipo moribundo, entregado, timorato e incapaz de competir. Así está ahora mismo la Unión Deportiva Las Palmas. Y además es un conjunto de hombres sin confianza, desganado, que ha aprendido a asumir con preocupante naturalidad el fracaso y la derrota.


"Jugar contra la Unión Deportiva es un chollo. A los rivales les basta con apretar un poco"

Cuando quieren reaccionar ya han encajado por lo menos tres goles. Jugar contra la Unión Deportiva es un chollo. A los rivales les basta con apretar un poco, no demasiado, y con dejar que el balón caiga cerca de la defensa amarilla.

Los goles vienen solos, de cualquier parte, de cualquier modo; de hecho los ves venir desde que empieza el partido y notas que la Unión Deportiva no está ni se le espera, sobre todo cuando juega fuera de casa. Aun así esto es fútbol, y puede pasar cualquier cosa en los próximos partidos.

La lógica nos hace temer lo peor. Nadie daría un duro por este equipo en estos momentos, pero tampoco nadie (y digo nadie porque el que diga lo contrario miente bellacamente) podría imaginar en el partido de la primera vuelta contra el Betis que íbamos a estar como estamos ahora mismo.

Aquel encuentro fue el de la apoteosis, con una gran entrada en el Gran Canaria y con los reencuentros de muchos aficionados amarillos que regresaban eufóricos a seguir a un equipo con las miras puestas en Primera División. Si nos ponemos en aquel momento, jamás podríamos vislumbrar esta pesadilla que como una gota malaya, decepción a decepción, nos ha ido dejando al borde del precipicio.

Hoy nadie (y digo nadie porque el que diga lo contrario miente bellacamente) espera que esto se reconduzca fácilmente y que volvamos a la senda del buen juego y de las victorias. Por tanto es posible que todo cambie (porque esto es fútbol, o sea es ilógico, irracional y carece de sentido) y que dentro de un mes y medio estemos tranquilamente en mitad de la tabla después de haber ganado unos cuantos encuentros seguidos.

Hemos de pensar de esa manera. Estamos en el camino, y perder contra el Betis entraba dentro de lo esperado. Otra cosa es la humillación constante de las goleadas; pero ahí Juan Manuel Rodríguez tendrá que aplicarse a conciencia para atajar lo que, más que una vía de agua, es ya un torrente de despropósitos que no sabes cómo vamos a poder controlar.

Confiemos en esa ilógica del fútbol que tantas veces nos ha demostrado que dos más dos nunca suman cuatro. Si les digo la verdad, me agarro a ese milagro de lo inesperado como quien se aferra a un madero en medio de un océano embravecido. Con las cartas que tenemos ahora mismo en las manos no encuentro otra manera de ganar la partida.

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