domingo, 17 de noviembre de 2013

HERB 70 - 75 RMA: Ni los árbitros paran al Laso Team

HERB 70 - 75 RMA: Ni los árbitros paran al Laso Team


La mañana confirma lo previsible: con ese nivel de juego, el Real Madrid estaba destinado a habitar solo la cima de la clasificación. Y esa hipótesis se adelantó por la derrota del Barcelona ante un Bilbao propulsado por un triple de Raúl López en el arranque del último minuto, de sequía total azulgrana (80-72). La quiniela falló en Bilbao y se ajustó a la lógica en Gran Canaria, donde el Real Madrid avanzó otro paso (victoria 70-75), superando la exigencia planteada por su hermano menor, que, como culés y meregues, despertaba invicto al domingo.
El Herbalife Gran Canaria, de mayor, querría ser el Madrid. Tan amplio, tan versátil, tan valiente cuando corresponde y con pausa si el momento lo demanda. Sólido. Siempre intenso, agresivo en el rebote, vertical, de esos que incendian las gradas con velocidad, desinhibición... El Gran Canaria tiene mucho del Madrid, pero no es el Madrid. Dispone de talentos de primer nivel, pero ninguno tan excepcional como Mirotic, que fue el salvavidas de su gente durante el primer cuarto, en los instantes más comprometedores, con un 20-12 (minuto 9). Y también en el remate, con un 63-63 (min. 37) desatascado por el montenegrino, ante un anfitrión que ya no volvió.
Nikola Mirotic evoca a aquel Pau Gasol en explosión, hace 12 años. Los viejos y los nostálgicos recordarán un contraataque del catalán en el último partido de la final de 2001, en el pabellón de la Ciudad Deportiva del Madrid. Gasol, ala-pívot, dirigió la acción como un base, como si no pisase el suelo y, sobre todo, con un halo de invulnerabilidad, de cancha a cancha, hasta anotar. Así Mirotic ayer, en la última acción del primer cuarto, de campo a campo, para resolver con pulcritud y forzar además falta personal. Once puntos de perfección, con dos triples, dos dobles y un tiro libre, ése del final del cuarto. Once puntos de un total de 17 de su equipo, que aferrado a su estrella logró sobrevivir a un torrencial arranque local (22 tantos).
El Gran Canaria se puso por delante en el minuto 5 (8-7) y se empeñó en tutear hasta el límite a ese Madrid inmaculado. Le habló con sus mismas palabras: contraataques, triples heroicos, canastas de inspiración... Por momentos, fue más Madrid que el Madrid. Siempre pareció el Madrid, pero no es el Madrid. Es un conjunto inmenso (ocho anotadores en 13 minutos), pero tampoco tiene a Sergio Rodríguez, que tomó el testigo en el segundo cuarto. Justo antes del descanso remató su cuenta de 11 puntos (sólo un triple errado), para un 37-39 que reconducía las aguas.
La visita a ese Gran Canaria invicto se planteaba como un examen de excelencia para el conjunto blanco, con 10 victorias este curso (cinco aquí y cinco en Europa). Y le sirvió para engordar su credibilidad, que estaba pendiente de superar un cita encorsetada, de angustia. El Madrid supo resistir, encontró a esos talentos que descongestionan las situaciones dramáticas, no se descompuso jamás y halló antídotos en el banquillo, lo necesario para hacer de un gran equipo un equipo ganador. Especialmente, dentro de la zona, de donde Bourusis fue expulsado al principio y, con él, su gente, se vio obligada a atacar con catapultas. Con la aparición de Felipe Reyes y Slaughter, el líder recuperó terreno y equilibrio, aunque jamás el sosiego.
Méritos de un Gran Canaria pleno de autoestima, que no se alteró al verse siete tantos por debajo (43-50, min. 27). Insistió en la puja, con Báez, abierto y acaparador al límite del egoísmo. Así volvió a resquebrajar la estabilidad interior del Madrid, que por primera vez en la temporada enfocaba el último cuarto entre nubarrones. De las 10 citas previas este curso, lo más parecido le ocurrió a los blancos en Murcia, donde irrumpieron en el cuarto clave cinco puntos arriba. En Canarias, solo uno, trampolín, no obstante, hacia un triunfo de afirmación del Madrid, que recuperó su identidad en el desenlace. Por fin consiguió correr, gracias a una defensa férrea, y en el camino encontró incluso a los ausentes esa mañana, como Llull y, sobre todo, Carroll, otro de esos talentos que no tiene el Gran Canaria. Lo tuvo, pero ahora lo tiene el Madrid, que cierra el domingo solo en la cima.

Fuente: El Mundo

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