domingo, 19 de agosto de 2012

Poco, mal y tarde

Poco, mal y tarde

Los últimos minutos del Racing, en coincidencia con la salida de Jairo al campo, no fueron suficientes para evitar la derrota ante Las Palmas

19.08.12 - 21:33 -

Poco, mal y tarde
El Racing debutó en Segunda División ante Las Palmas. Foto: Andrés Fernández.
El racinguista creyó despertar de una mala pesadilla. Con una dura resaca y en un país distinto dentro del planeta fútbol. En el mismo estadio, con los mismos colores, pero con demasiadas cosas desconocidas. Una categoría distinta, un rival de otra época... Después de un verano tormentoso y una última semana para olvidar, para el aficionado, sentado en su asiento o en el sofá de casa, a través de la televisión, era complicado hasta reconocer a sus futbolistas. Un equipo prácticamente nuevo. En los Campos de Sport se volvió a hablar de fútbol, pero el despertar tampoco fue bueno. El Racing, bisoño, inocente, quizá poco rodado o, tal vez, falto de talento, comenzó su andadura en la Segunda División con derrota ante la Unión Deportiva Las Palmas. Tan solo la salida de Jairo al campo hizo dar al conjunto de Fabri un paso adelante. Ya era demasiado tarde y el canterano no pudo arreglar el estropicio formado en los 60 minutos anteriores.
En los primeros minutos, el Racing pareció un equipo de buenas intenciones pero poca capacidad. Gullón trataba de sacar el balón jugado, pero las imprecisiones entre defensas y centrocampistas lastraban a los verdiblancos ante un rival que analizaba a su presa al otro lado de la línea de cal media. El propio exjugador del Villarreal tuvo la primera ocasión cántabra. Tímida. Como casi todas las acciones del conjunto cántabro. Un disparo desde la frontal del área se marchó por encima del larguero.
Las Palmas se animó a atacar. El Racing no asustaba. Y un barullo dentro del área local pudo convertirse en el primer gol. Indecisión. El remate final de espuela de un delantero canario lo atrapó Mario desde el suelo.
La banda izquierda racinguista era la esperanza. Docal mostró algo de talento, especialmente en labores ofensivas. En defensa sufrió. Al fin y al cabo, no es su hábitat natural. Sin embargo, Assulin pareció más de lo que fue. Demasiado individualista, con ese controlar el balón revoltoso que a veces recuerda a su compatriota Yossi Benayoun. Benditos tiempos aquellos. El mayor aporte del isrelí, las siete faltas recibidas. Aunque apenas fue peligroso, lo pareció.
Por lo demás, poco que destacar. Dorca no existió. Saizar, lento. Ferreiro, pobre. Yuste, discreto. Longás, parecido. En general, mal partido del equipo cántabro.
Entonces apareció Macauley Chrisantus, el delantero del conjunto canario que más lata dio a los defensores racinguistas. Jugada combinada de los amarillos ante una defensa inocente que finalizó el delantero nigeriano. Sólo en el área.
El Racing dispuso de otra ocasión. Un disparo de falta de Saizar que se marchó cerca de la escuadra. Fue lo más destacado del delantero referencia de este equipo. Y así se llegó al descanso.
La segunda mitad fue parecida. O peor. El Racing muy atrás, Las Palmas dominando. Aunque el conjunto canario tampoco creo excesivo peligro y el que tuvo, lo solventó Mario sin problemas.
Saizar dispuso de una nueva falta, que se marchó más desviada que la anterior. Mientras, el conjunto cántabro sufría para robar la pelota y cuando la recuperaba, la perdía demasiado pronto. Barbosa, el meta amarillo, no pasaba apuros.
Salió Quique Rivero y dio presencia en el centro del campo. Y después irrumpió Jairo. En defensa y en ataque, el canterano mejoró y con soltura las prestaciones de quien ocupó su puesto con anterioridad -Ferreiro- y también del resto de jugadores. Fue la opción. La única opción.
Saizar tuvo otra ocasión. Lento, no llegó a controlar una pelota dentro del área que llegó a las manos de Barbosa, pero el portero, despistado, a punto estuvo de perder la pelota ante el delantero vasco, que no acertó a hacer el empate.
El resto, fue cosa de Jairo. Dos jugadas suyas. Dos desbordes. Y dos disparos. Dos esperanzas para el aficionado, que se preguntaba porque ese chaval de las botas blancas y rosas, de cara conocida, no había salido desde el principio. Los dos tiros del volante diestro los despejó el meta amarillo.
El Racing, volcado al ataque, tuvo su mejor ocasión en un remate de cabeza que se marchó desviado. Y ahí, se acabó el partido. Justo cuando el Racing comenzaba a parecer un equipo competitivo.

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