La UD Las Palmas gana (1-2) y ya piensa en el derbi ante el CD Tenerife
Los grancanarios pusieron
fin a su mala racha y el reencuentro con la victoria les permite pensar
incluso en poder luchar por el ascenso directo en el caso de que el
Eibar falle, justo lo contrario que los maños que ven el abismo de la
categoría de bronce a la vuelta de la esquina.
Los locales se extraviaron en su camino hacia el terreno de juego y tardaron un cuarto de hora en hacer acto de aparición lo que les costó ver como los grancanarios, metidos en el partido desde que se había puesto el balón en movimiento, se adelantaban en el marcador con dos goles del centrocampista Vicente Gómez.
En esos minutos iniciales, los hombres de Víctor Muñoz, que vio el partido desde la grada por la sanción de dos partidos que recibió en el partido ante el Girona, estuvieron completamente a merced de un rival que había salido con las ideas muy claras de lo que había venido a buscar a la capital aragonesa.
El primer aviso lo dio a los cinco minutos un córner lanzado por Masoud que tocó David García y en el área pequeña el exzaragocista Aranda no enganchó bien y su defectuoso remate se fue por encima de la portería de Leo Franco.
El peligro de los isleños venía con las incursiones de Castillo por la banda izquierda y de sus botas salió un centro medido que remató de cabeza a placer Vicente Gómez, en una pésima cobertura defensiva de los maños, ya que el pase a la banda la había creado él mismo.
El segundo gol, antes de cumplirse los primeros diez minutos de juego, en un pase de Masoud al desmarque de Vicente Gómez que ante la salida de Leo Franco lo superó con una vaselina.
El Real Zaragoza era un muñeco roto a manos de los isleños sin ningún tipo de acierto y nulo poder ofensivo hasta que en una presión a los defensores visitantes forzaron un error que Arzoaprovechó para dar un buen pase a Paco Montañés que aprovechó para acortar distancias.
El gol del castellonense despertó a sus compañeros que a partir de ese momento dieron señales de vida sobre el césped de La Romareda, y también a él mismo que con su velocidad empezó a crear mucho más peligro.
A la media hora llegó la mejor ocasión maña en una combinación entre Luis García y Montañés que remató éste último y obligó a Barbosa a sacar una mano prodigiosa cuando el balón se encaminaba hacia el fondo de la portería.
El trabajo para los defensores de los dos equipos se incrementó y tuvieron que cortar algunos balones que llevaban mucho peligro pero no sirvieron para que se volviese a mover el marcador.
A falta de diez minutos, el técnico aragonés de los grancanarios, Sergio Lobera, se vio obligado a suplir a Aranda lo que les obligó a empezar a jugar con balones más largos buscando la velocidad de Figueroa.
Aunque tras el descanso volvieron a ser los isleños los primeros en llegar con peligro, a los dos equipos se les notaba mejor asentados y con las ideas más claras de que, cada uno para sus respectivos intereses, necesitaban hacerse con la victoria.
El juego se fue tornando cada vez más deslavazado y a unos y otros les costaba mucho trabajo mantener el dibujo táctico sobre el rectángulo de juego.
Los locales se extraviaron en su camino hacia el terreno de juego y tardaron un cuarto de hora en hacer acto de aparición lo que les costó ver como los grancanarios, metidos en el partido desde que se había puesto el balón en movimiento, se adelantaban en el marcador con dos goles del centrocampista Vicente Gómez.
En esos minutos iniciales, los hombres de Víctor Muñoz, que vio el partido desde la grada por la sanción de dos partidos que recibió en el partido ante el Girona, estuvieron completamente a merced de un rival que había salido con las ideas muy claras de lo que había venido a buscar a la capital aragonesa.
El primer aviso lo dio a los cinco minutos un córner lanzado por Masoud que tocó David García y en el área pequeña el exzaragocista Aranda no enganchó bien y su defectuoso remate se fue por encima de la portería de Leo Franco.
El peligro de los isleños venía con las incursiones de Castillo por la banda izquierda y de sus botas salió un centro medido que remató de cabeza a placer Vicente Gómez, en una pésima cobertura defensiva de los maños, ya que el pase a la banda la había creado él mismo.
El segundo gol, antes de cumplirse los primeros diez minutos de juego, en un pase de Masoud al desmarque de Vicente Gómez que ante la salida de Leo Franco lo superó con una vaselina.
El Real Zaragoza era un muñeco roto a manos de los isleños sin ningún tipo de acierto y nulo poder ofensivo hasta que en una presión a los defensores visitantes forzaron un error que Arzoaprovechó para dar un buen pase a Paco Montañés que aprovechó para acortar distancias.
El gol del castellonense despertó a sus compañeros que a partir de ese momento dieron señales de vida sobre el césped de La Romareda, y también a él mismo que con su velocidad empezó a crear mucho más peligro.
A la media hora llegó la mejor ocasión maña en una combinación entre Luis García y Montañés que remató éste último y obligó a Barbosa a sacar una mano prodigiosa cuando el balón se encaminaba hacia el fondo de la portería.
El trabajo para los defensores de los dos equipos se incrementó y tuvieron que cortar algunos balones que llevaban mucho peligro pero no sirvieron para que se volviese a mover el marcador.
A falta de diez minutos, el técnico aragonés de los grancanarios, Sergio Lobera, se vio obligado a suplir a Aranda lo que les obligó a empezar a jugar con balones más largos buscando la velocidad de Figueroa.
Aunque tras el descanso volvieron a ser los isleños los primeros en llegar con peligro, a los dos equipos se les notaba mejor asentados y con las ideas más claras de que, cada uno para sus respectivos intereses, necesitaban hacerse con la victoria.
El juego se fue tornando cada vez más deslavazado y a unos y otros les costaba mucho trabajo mantener el dibujo táctico sobre el rectángulo de juego.
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